Precedida por la celebración de la fiesta de San Vicente Ferrer, patrón de la parroquia, en el templo parroquial lleno de devotos del santo, pudimos sentir cuando iniciábamos la escucha de la Palabra de Dios, cómo se comenzó a mover la cruz que pendía de lo alto y las rosas en sus floreros, producido por un prolongado temblor que duró más de un minuto, pero la serenidad que mantuvimos hizo que el pueblo permaneciera sentado sin ninguna alteración externa en esos momentos.

Nadie podía imaginar que, al otro extremo de nuestro país, en la costa ecuatoriana, cientos de personas morirían bajo los escombros y miles de edificios se caerían por un terremoto de 7.8 grados.

Terminábamos la Eucaristía, en la que el Sr.Obispo, Monseñor Rafael Cob, nos explicaba el terremoto moral que la Iglesia pasaba en tiempos de S.Vicente por el Cisma de Occidente y las herejías reinantes con que le tocó luchar a S.Vicente como instrumento providencial para la paz y la unidad de la Iglesia. Después de una noche tensa por las noticias sobre el terremoto que llegaban a través de los medios en redes sociales, nos íbamos a descansar, pues al día siguiente, domingo, tendríamos la Clausura de la Semana Misionera en el Coliseo de la parroquia Tarqui.

Comenzábamos la mañana del domingo con un sabor amargo por el dolor de la catástrofe que produjo el terremoto en la costa, y sabor dulce de la fiesta de la Eucaristía de Clausura de la Semana Misionera.

Mucha gente fue llenando el graderío y las sillas del espacio, mientras los sacerdotes, PP.Nicolás, Pedro, Juan Fernando y Salvador, acompañaban al Sr. Obispo, que presidía la Eucaristía. Los misioneros llegados de las parroquias de Catedral, Sto. Domingo, Canelos y Simón Bolívar, juntamente con los de la Zona Pastoral Tarqui, todo lo habían preparado con detalle, dando un gran colorido y ambiente festivo.

En este domingo del Buen Pastor, unidos a los hermanos afectados por el terremoto en Portoviejo, Esmeraldas, Guayaquil, oramos por los fallecidos y heridos. El Sr. Obispo en su homilía felicitó a todos los presentes que en esta semana hicieron una verdadera evangelización misionera con su participación activa en los distintos sectores. Asimismo, destacó el valor de la cruz, siempre presente en la vida del cristiano, e insistió en que la misión es vida y la vida  es misión, por lo cual «la Misión que hemos descubierto en nuestras vidas continúa y será permanente en la medida que por nuestra parte asumamos cada día el compromiso de vivir y llevar la buena nueva del Evangelio de Jesús, siendo una Iglesia en salida».  

Finalmente, Mons. Rafael Cob invitó a ser buenos pastores siguiendo a Cristo, quien como Buen Pastor nos conoce, nos llama y nos invita a seguirle. También rogó que pidamos por los pastores que Dios ha dado a esta Iglesia y por los seminaristas que se preparan como futuros pastores en nuestros seminarios, menor  de San Francisco Javier en Puyo y Santa María la Mayor en Quito. En este sentido, el Sr. Obispo pidió a los jóvenes que escuchen porque Jesús sigue llamándoles y advirtió que nadie, y menos la familia y los amigos, sean obstáculo o desanimen a posibles candidatos, al contrario, pidió que oremos como Jesús nos dice: «Rueguen al Dueño de la mies, porque la mies es mucha y los obreros son pocos”.

Al final, escuchamos algunos testimonios de los participantes en esta semana y de un seminarista del Seminario Menor que llegaron muy profundos, expresando la alegría de la gracia divina que ha sido esta semana para ellos. Después se inició la procesión hasta el templo con la gran cruz que pasaría por las manos de las filas de los presentes hasta llegar a ser colocada en la entrada del templo como gran símbolo e icono que recordará a todos el compromiso de ser misioneros. Después del canto a la cruz y bendición de la misma entre aplausos y alegría, regresaríamos al Coliseo para el almuerzo fraterno.

Todos felices se regresaban a sus hogares con el corazón lleno del espíritu misionero, con el que en esta semana sembraron y expandieron la fe por todos los barrios y se comprometieron a continuar en la Misión, porque la misión a la que Jesús nos ha llamado es Permanente y nos da vida. «Ha sido -concluye el Sr. Obispo-un ejemplo a multiplicar en las demás parroquias, en nuestro Proyecto Pastoral de Santas Misiones Populares, del Vicariato de Puyo. Vale la pena vivirlo, ahí están los frutos misioneros. Que Dios les bendiga».

 

 

Clausura de la Semana Misionera en Tarqui: la Misión continúa y es permanente