Hoy hace un año, Guayaquil y su gente le dieron la bienvenida al papa Francisco. A las 09:35 del 6 de julio arribó a la ciudad y desató el júbilo de los miles de católicos que se congregaron en los tres sitios oficiales de visita y a lo largo de las vías que recorrió en un pequeño auto y en el papamóvil.

En el parque Samanes, en el Santuario de la Divina Misericordia y en el colegio Javier, los feligreses lo aclamaron, se regocijaron y, muchos, daban gracias a Dios por la oportunidad de tenerlo cerca. Buscaban la manera de saludarlo y captaban ese momento histórico con cámaras fotográficas y de video.

Quienes no pudieron estar en las vías o en los sitios oficiales siguieron la transmisión televisiva de las siete horas que estuvo el pontífice en la urbe.

Hoy, las huellas de su presencia están en la mente de los fieles y en dos de los tres sitios a los que llegó. El santuario de la Divina Misericordia, en el kilómetro 26 de la vía a la costa, fue su primer destino. Unas tres mil personas con discapacidades de varias fundaciones, asociaciones e invitados lo recibieron entre aplausos y ovaciones. Los diez minutos que permaneció en el lugar llenaron de gozo y paz a los asistentes.

En ese templo hoy se conserva la silla que usó el papa en la misa campal de parque Samanes. A un lado está una imagen de Francisco y al otro una inscripción sobre su visita.

Observando los detalles tallados en el asiento papal, Guido Yunda indica que estuvo a unos 30 metros del papa, durante la homilía de Samanes. Él recibió junto a su esposa pases de cortesía para estar en las primeras filas, luego del sorteo que hiciera el párroco de la iglesia de La Libertad, Santa Elena, mientras se transportaban a esta ciudad a las 22:00 de la noche anterior.

 

 

Mensaje sobre la familia, la silla y fotos perduran del Papa Francisco