La vocación consagrada, siempre es bendición y gracia por parte de Dios para la persona que es llamada, para la familia de la cual es elegida, para la parroquia en la que nació y creció, para la Iglesia particular donde vaya a trabajar. Difícil entenderlo así para los criterios humanos, donde se escucha al mundo que te dice “tanto vales cuanto tienes, cuanto produces, cuanto ganas”.
Hoy la parroquia de Simón Bolívar se llena de gozo y alegría desbordante, por tener de su gente la primera joven que llega a la meta de la vida consagrada. Hemos querido agradecer a Dios este regalo, con toda la parroquia y su familia donde Michél nació y vivió. Despues de tres años, vuelve a su pueblo para decirles “alegraos conmigo, encontré un tesoro y quiero compartirlo con vosotros”.

Qué hermoso en la tarde del domingo, cuando recordábamos el aniversario de la consagración de Ecuador al Corazón de Jesús, ofrecer a Dios el corazón generoso de una ecuatoriana que se ofrece a Dios para servir a sus hermanos más necesitados. Lo habíamos visto también en nuestra ciudad de Puyo, apenas hace tres meses, el día de San José, cuando consagrábamos al primer sacerdote nacido en esta ciudad, Mauricio. Hoy, en una de nuestras parroquias rurales de esta selva ecuatoriana, Michél.
Difícil pensar que en estos tiempos, donde nuestros jóvenes se ven bombardeados por tantas ofertas del mundo, sigamos encontrando almas jóvenes, valientes y decididas como Michél, que no dudan que su camino y su proyecto de vida es el que Dios les mostró, quizá a través de aquella invitación de la hermana Clara, o aquella vida misionera que ella vio en su parroquia y que la atrajo como un imán, a pesar de que sus padres no estaban de acuerdo. Luego pasarían pronto los meses y los años hasta llegar a dar este paso definitivo para decir “aquí estoy, Señor: mándame”. Sentirse feliz y realizada en esta entrega a Cristo. El mejor amigo y esposo que nunca falla y siempre es fiel.

 

El Sr. Obispo de Puyo, Monseñor Rafael Cob, que presidió esta Eucaristía, agradecía a Dios y felicitaba a Michél por su decisión y opción de vida, y a su parroquia, especialmente, a las hermanas de la comunidad Nuestra Señora de la Esperanza, donde ha hecho su profesión religiosa, y recordaba a los padres nunca ser obstáculo para sus hijos, cuando Dios llame a uno de los miembros de sus familias, al contrario, verlo como una bendición y animar a su hija o hijo, pues la respuesta a la llamada de Dios ha de ser personal y libre. No ser posesivos de sus hijos ni pretender cambiar o torcer los caminos que Dios tiene para cada uno de nosotros. 
Felicitaciones, Michél, que Dios te siga dando la gracia para cada día serle fiel a su amor que te ha mostrado en la vida consagrada. Esperamos que tu ejemplo sea seguido por muchos jóvenes que, como tú, también son llamados y no encuentran apoyo quien les acompañe y les anime.

Bendiciones.

 

Michel, primera consagrada de la parroquia Mushullacta-Simón Bolívar