Ha llegado un año más,el tiempo de visitar las comunidades indígenas y su pastor conoce y cuida de sus ovejas. Ésta es la razón que nos mueve a entrar al interior de la selva y visitar comunidades que, a pesar de no tener presencia permanente de sacerdote, el obispo las visita todos los años por estas fechas.
Hoy, 8 de junio, cumple años de la misionera más veterana del VAP, Sor María Martin, quien cumpliendo 80 años, su espíritu misionero no ha decaído, al contrario, con más alto espíritu misionero, quién dijo miedo, ahí está, a la orilla del rio, para esta vez acompañar al obispo en su gira misionera por comunidades donde ella ha pasado muchos años.

Salimos del puerto Atasás, en Canelos, rumbo a Pakayacu-Sarayacu. En la noche ha llovido mucho y el río Bobonaza creció su nivel, En el río, baja una fuerte corriente arrastrando palos y troncos, esperamos una canoa que viene de Pakayacu, correremos el riesgo en el camino. Esta vez la canoa no es como la del año pasado, estrecha e inestable y celosa que nos dejó sin ganas de volver a repetir la aventura, ahora es de fibra de vidrio, ancha y larga, es del Patronato Provincial, que está haciendo brigada médica en la comunidad.

Subimos a la canoa con el catequista Savino y Sor María y a gran velocidad llegamos en una hora lo que ordinariamente son dos horas de navegación. Estamos en la comunidad de Pakayacu, subimos a la plaza y acordamos en esta tarde tener los bautizos a las 3 p.m. Serán 13 nuevos cristianos para la comunidad, algunos adultos.
Después de la ceremonia vendría la fiesta en sus casas y la noche en la tv del subcentro de salud nos invitaban a presenciar el partido de fútbol para ver empatar 2-2 con Perú.

Para festejar con el cumpleaños de Sor María destapábamos la botella de vino y se repartía la torta, feliz cumpleaños, felices sueños.
Al día siguiente, amaneció con un sol resplandeciente para confesar a los padrinos, ya que es el día de las primeras comuniones y confirmaciones. A las 9 a.m. el catequista organizaba junto a su casa la procesión mientras el obispo terminaba de confesar a algunos adultos rezagados.
Agradecíamos el trabajo de los catequistas, Savino, Luis y Juan, quienes habían preparado a estos jóvenes y niños para hacer su primera comunión.
Es una bendición poder contar en estas comunidades con catequistas como los de Pakayacu por su fidelidad y su generosidad en el cargo, lo que hace a esta comunidad ser fieles a su fe católica.
El Obispo felicito a los catequistas y a la comunidad porque un año más la podía visitar y celebrar el crecimiento espiritual de los católicos, quizá la comunidad más numerosa de los católicos kichuas en nuestro Vicariato. Después de la ceremonia, terminábamos con la comida fraterna donde no faltaría la chicha, y la carne de monte, gangana y danta. La tarde siguió calurosa y cerrábamos el día con una rica tortilla española que nos preparó la cumpleañera Sor María. Antes de dormir, dábamos gracias a Dios por los 18 jóvenes confirmandos y 21 comulgantes. La noche comenzó con la danza de la lluvia torrencial que atrasaría unas horas nuestro viaje a Sarayacu.

Pakayacu: comunidad kichua firme en su fe