La primera matinal en el salón María de Nazareth de Intipungo dirigida por el Sr. Pablo del Hierro, arrancó con algunas dinámicas cuyo objetivo era percibir la realidad del trabajo en común. Aspectos tan importantes para comprender el trabajo en equipo, como la organización por objetivos o la corresponsabilidad y la toma de decisiones conjunta, se vieron plasmados en unas iniciativas que ponían de manifiesto la diversidad de criterios y de experiencias que se reúnen cuando se pretende hacer una tarea compartida.

A continuación, el ponente estableció en una charla las bases necesarias para que el trabajo en equipo funcione. En primer lugar, aclaró que es imprescindible fijar un objetivo claro que focalice las diversas realidades personales hacia un mismo punto. También habló de procurar tener una clara comunicación entre los miembros para evitar malentendidos y perfilar una dimensión misionera en la acción concreta. Como punto importante, el Sr. Pablo del Hierro enfatizó la necesidad de que todos los participantes se sientan corresponsables del trabajo, aspecto éste que se repetirá a lo largo de las distintas sesiones de la Asamblea. 

Por otro lado, el ponente sacó a colación la cuestión del tiempo y su correcta organización. «Hay que fijar tiempos concretos para el trabajo en función de los objetivos y establecer prioridades para no caer en el activismo», sintetizó. Asimismo, explicó la necesidad de contar con un coordinador que establezca un método y sepa motivar para, de esta manera, obtener resultados. Finalmente, del Hierro habló de un estilo de vida de servicio y de la vocación como premisas de quienes quieren que el trabajo en equipo sea aplicable a la realidad del día a día.

 

 

 

También hubo tiempo para analizar las dificultades que entraña el trabajo en equipo. En esta línea, los participantes colaboraron apuntando algunas de ellas, como el individualismo, la falta de escucha, las carencias en cuanto a personal disponible y la falta de recursos.

Para contrarrestar estas deficiencias, el Sr. Pablo del Hierro abogó por la formación para educar y desarrollar capacidades para generar otros equipos que respalden los proyectos desarrollados. Y para ello, señaló, es necesario saber delegar.

Por otro lado, el ponente quiso destacar que es preciso que toda acción sea «intencionada», es decir, que siga una estrategia determinada, ya que «no basta tener buena voluntad». «Hay que establecer un método, una organización, una estrategia y una búsqueda de resultados», resumió.

Ya en la tarde, se refrendó lo visto en la mañana con una interesante dinámica para practicar el trabajo en equipo, dividiéndose los asistentes por grupos, con el objetivo de conocerse y luego realizar unas tareas concretas componiendo figuras con globos. Se valoró la creatividad, el diseño de objetivos claros y la capacidad del coordinador de motivar y hacer corresponsables a todos los miembros del equipo.

Además, con una segunda dinámica, en este caso dramatizada, se representó los modelos de funcionamiento en la participación de equipos parroquiales, poniendo de relieve los estilos autoritario, paternalista, participativo y quemimportista, según la actitud que expresa el párroco.

Entre las conclusiones, el Sr. Pablo del Hierro destacó que «el trabajo debe suponer crecer en la responsabilidad, no una carga» y que, en una realidad frecuentemente sobrecargada de tareas, «requiere de paciencia, de práctica y de experiencia». Asimismo, recordó la necesidad de «formar equipos que sean escuelas para la vida».

Finalmente, el ponente subrayó que, dentro de la organización de la Iglesia, y aunque parezca obvio,»hay que impregnar la realidad de los valores profundos del Evangelio» y que trabajar con personas cuesta mucho. «Las formas del mundo -advirtió- empujan y hay que contrarrestarlas. Debemos ser una pequeña luz que ilumine a los demás». En esta línea, dijo que primero hay que experimentar un proceso de conversión personal para después intentar cambiar la comunidad».

La jornada concluyó con la proyección de un video sobre el compromiso activo y concreto del discípulo frente a la pasividad y egoísmo del simple creyente.

 

Asamblea general: cómo trabajar en equipo