Parece que fue ayer cuando recibíamos la cruz misionera de manos del obispo de Tena, al clausurar nuestra Asamblea General, el día 1 de julio, y después celebrábamos con solemne peregrinación hasta la Catedral, para agradecer a Dios nuestro nuevo Plan Pastoral misionero, terminando así el mes de junio. Hoy, cuando iniciamos el nuevo mes de agosto, entregamos la cruz misionera a nuestra hermana Iglesia de Macas en manos del obispo Monseñor Néstor Montes de Oca. 

El paso de la cruz por nuestras parroquias ha sido una manifestación del amor de Dios, que desde la cruz despierta en nosotros el espíritu misionero, irradiando nuestros corazones en la pasión apostólica que los grandes misioneros, como San Francisco Javier, nos enseñan, sabiendo que no podemos quedarnos en un mero contemplar como espectadores el paso de tantos hermanos que caminan con su cruz a cuestas, extendiendo su mano y solicitando nuestra solidaridad y compañía.

Nuestro mundo, decíamos, necesita nuevos cirineos que ayuden a sus hermanos a seguir hasta el Calvario, desafiando el dolor y la fatiga, nuevos samaritanos que levanten del camino a tantos prójimos tendidos en la vereda, despojados de su dignidad, heridos, marginados por la injusticia y el egoísmo.
 
Jesús, desde la cruz, sigue haciendo de la cruz lugar de encuentro, cruz que sana, que consuela, que fortalece, que purifica, que salva. Signo de bendición.
Esta cruz peregrina, venida desde Bolivia, nos prepara para el próximo Encuentro Continental Misionero, que será en Bolivia en el 2018.
 
Hoy el pueblo fiel, con alegría y con fe, celebraba esta fiesta misionera de la entrega. Muchos vinieron del cantón Palora, más de una docena de sacerdotes concelebraban con sus obispos de Puyo y Macas la gran Eucaristía, misioneras consagradas y laicos misioneros venidos de las distintas parroquias de la zona 5, Canelos, Simón Bolívar y Palora se hicieron presentes, juntamente con los anfitriones de Chuvitayu, que prepararon con todo detalle esta fiesta. Terminada la ceremonia de la Eucaristía, la cruz se puso en camino, después que el obispo de Puyo se la entregara al Obispo de Macas. A la puerta de la capilla, un grupo de jóvenes shuar  hizo una danza frente a la cruz antes de ponerse en viaje largo hasta Macas.
 
Fue despedida con cantos y aplausos de los presentes, regresando a sus casas con una gran lección aprendida: ser profetas de Dios en este mundo y misioneros solidarios que se comprometen a ser los nuevos misioneros que necesita nuestra Iglesia. La cruz avanza por la Amazonía abriendo caminos y dejando huellas de santidad y un respaldo a nuestro proyecto pastoral de las Santas Misiones Populares.
Despedida y entrega de la cruz misionera a Macas en Chuvitayu